Améscoa: Réquiem por 20 siglos de yugos

 Améscoa: Réquiem por 20 siglos de yugos

               Secundino Andueza (Baquedano).     Ignacio Ruiz de Galarreta. Detrás                                                                    Jesús Ruiz de Galarreta (San Martín)                                           

Hay inventos tan antiguos y tan cotidianos, que parece que venían de serie con el mundo, como las ruedas del coche. Y no, la existencia de la especie humana, no hubiera sido posible sin tres inventos básicos: arado, bueyes y yugo.

Idea gráfica de invención del arado, buey y yugo.
Dibujo elaborado con ayuda de Gemini.

La invención del arado parecía una deducción lógica al tratar de encontrar en la tierra lo que de ella se veía brotar de forma espontánea. Eso debieron pensar los que iniciaron las primeras técnicas agrícolas. Pero abrir los surcos exigía herramientas y para fabricarlas útiles y materiales.

Ya he hablado de la piedra y la madera al tratar del hacha, como útil multiuso. Pero abrir los surcos con el arado era un trabajo duro.

Y tras la fabricación de los primeros arados, vinieron dos inventos fundamentales: el buey y el yugo.

El hombre había elegido los bóvidos para tirar del arado. Las hembras, las vacas, daban leche, carne, crías y cueros. Pero con los machos tuvo que hacer un cambio e inventó el buey. 

Porque el buey es un invento humano.  A los bueyes no los pare madre alguna. Hay que esperar a que el toro joven, el novillo, alcance la madurez sexual y castrarlo. Y eso se le ocurrió a algún antepasado nuestro del género humano, viendo que el toro que ponía a tirar del arado no lo llevaba nada bien y no hacía carrera con esa tarea. 

Y así obtuvo el buey. Un animal dócil y obediente, menos agresivo y nervioso que el toro, más fuerte y de carne muy superior, más sano y más longevo.

Toro y buey para idea gráfica de las diferencias tras la castración.
Simulación realizada en colaboración con Gemini.

Todo esto ocurría hace más de 4.000 años. El invento debió nacer en Mesopotamia y Egipto, o eso dicen. 


Primitivo arado tirado por bueyes provistos de yugo.
Dibujo realizado en colaboración con Gemini.

Y menos que inventar el buey costó idear el yugo, un elemento para que, sujeto a la testuz, cuello o cuernos del animal, éste pudiera tirar de él. El arado se unía mediante sogas a ese yugo. 


Dibujo de yugo primitivo 

O se emparejaban dos bueyes, se uncían con un yugo doble, cornal (cuernos) o collar (cuellos) y, claro está, se guiaba el conjunto mediante un individuo que supiera lo que hacía, conducir y empujar.

Que aquí, en nuestro valle, es muy probable que los tres inventos que eran las tres columnas en las que se basaba la agricultura, llegaran y fueran consolidadas por la romanización. 

Dibujo de arado de la Edad Antigua elaborado en colaboración con Gemini

Y durante casi veinte siglos, nada cambió en lo esencial. Hasta llegar la modernización de la agricultura.

Grabado antiguo arado medieval realizado en colaboración Gemini

En Europa hubo varias clases de arados según el tipo de tierras, de cultivos y de climatologías. Del arado tiraron bueyes, vacas, mulas e incluso caballos y burros, según las circunstancias.

En nuestro valle fueron predominantes las yuntas de bueyes y en base a la posesión de bueyes de arar se establecieron las pechas (impuestos) a los labradores.

Pagaba "pecha entera" el que tenía una pareja de bueyes, y el tributo consistía en dos robos de trigo y dos de cebada y doce cornados en dinero, a entregar cada año para el día de San Miguel de septiembre. El que solo tenía un buey, pagaba "media pecha", que consistía en la entrega de un robo de trigo y otro de cebada y seis cornados en dineros. Y, finalmente, surge el tema de la mal llamada “cuarta pecha”, que es realmente el pago de un “cuarto de pecha” a quienes no tienen animales de labor, pero tienen y cultivan tierras. 

Y que los Remírez de Baquedano, concretamente, Gonzalo, en 1595, pretendió cobrar y pleiteó por ello contra los labradores de Améscoa Alta.  

Poco se ha documentado este tema en nuestra larga, pero oscura microhistoria, de ahí que para conocer algo al respecto haya que buscar indicios con verdadera paciencia y mucha vocación exploratoria. Y más, como en este caso, si se trata de enseres o herramientas, que no dejan huella o noticia.

Diré pues que me he tenido que conformar con indicios de indicios, que algo es. Y que sirven para rellenar ese hueco de nuestro pasado, tarea que vengo desarrollando desde hace más de cuarenta años.

Y de la existencia de los yugos son evidencia la mención de los “bueyes de arada y trabajo” y las “dehesas bueyerales” que son prioritarios en los dos primeros artículos de las ordenanzas de Zudaire de 1550. Y esos animales y los lugares a su apacentamiento, seguirán siendo de prioridad en las capítulas municipales y concejiles de los distintos pueblos del valle porque están relacionadas "con las cosas del comer",  hasta el siglo XX.

En época de ganaderías concejiles, también se revestirá de importancia la contratación del “boyero”.

Aunque se han utilizado como animales de labor otras opciones, como vacas y mulas, la experiencia no ha sido buena y siempre que se ha podido se ha retornado al buey. Que además daba juego en el arratre de elementos pesados y de carros y carretas.  

En el siglo XVII está presente el buey en topónimos menores y cito un ejemplo que encontramos en Ecala, “Idiasacana” en 1637 y otro. también en Ecala, en el XVIII, "La Siesta de los bueies o Idiacetzatendirana" en 1777.

En el siglo XIX, concretamente en 1857, localizamos una defunción en Baquedano. Muerte de Manuel Ladrón de Guevara, natural de Ogueta (Condado de Treviño), vecino de Baquedano, «de una cornada de un buey».

En varios puertos, había el siglo pasado, lo comprobamos a primeros de los noventa en las encuestas realizadas sobre toponimia menor, parajes denominados “descansaderos”, de forma genérica, o “descansadero de los bueyes”, de forma específica, donde se les daba un respiro a los bueyes que subían tirando de un carro o carreta.

En dos pueblos, creo recordar que uno de ellos fue Baquedano, me citaron también el lugar del puerto llamado “Pitxaleku”, donde los bueyes se paraban a mear. Mirando mis apuntes, compruebo que una de las explicaciones me la dieron Narciso Andueza Galarza y Secundino Andueza Echavarri.

Quedaba también en Baquedano como topónimo menor “donde cayeron los bueyes de Otegui”. 

Y termino aquí para no cansar. 


Yugos amescoanos. De arriba a abajo:
1.- Yugo de actividad de Víctor Usarbarrena Ruiz de Galarreta
2.- Yugo de actividad de Timoteo Bacaicoa Arregui y Benedicto Bacaicoa Zudaire.
3.- Yugo de actividad de Víctor Usarbarrena Ruiz de Galarreta


Yugos amescoanos. De arriba a abajo:
1.- Yugo de actividad de Secundino Andueza Echavarri. 
2.- Yugo de actividad de Jesús Murguialday Elizondo.
Este yugo tiene colgado el "trascón" que es una especie de collar doble de correas de cuero con el que se engarza el yugo al timón del carro. 
3.- Yugo de actividad de Secundino Andueza Echavarri. 



Fotografía de Ignacio Ruiz de Galarreta (San Martín)
Coloreada con ayuda de Gemini.


AGRADECIMIENTO COLABORACIONES:

Estos trabajos no se pueden hacer sin colaboraciones de amigos y menos, con distancia de por medio. Toda mi gratitud pues por vuestra ayuda. Mila esker.

.- Andueza, Mari Carmen (Baquedano)

.- Gallego Ruiz de Galarreta, Ainara (Barindano/San Martín))

.- Murguialday Oraa, Jesús (Larraona)

.- Ruiz de Larramendi Mujika, Pili (Eulate)

.- San Miguel Bacaicoa, Juan Carlos (Zudaire)

.- Urra Velasco, Juan Carlos (Zudaire)

.- Usarbarrena Alegría, José Julián (Eulate) 


Dentro de unos años, los niños considerarán increíble lo que acabo de describir. Y entenderán que es un cuento fantástico eso de que la humanidad sobrevivió miles de años gracias al invento del arado, el buey y el yugo.

A lo mejor si lo cuentas de aquí a unos años ya no te creen.

Salvo que lo diga Internet. 







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