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Los Mojones del siglo XX

 

Los Mojones del siglo XX

Bendición de último Mojón del siglo XX, año 2000.
Portuzargaina de Baquedano.

     Los siete Mojones del siglo XX tuvieron todas las variables.

Por aquello de no coincidir ni con las fiestas de Eulate ni con los “sanfermines”, se celebraron unas veces en junio y otras en julio.

En cuanto a mugas, unas fueron con el antiguo realengo y otras con pueblos del valle, concretamente, Aranarache, Baquedano, Gollano y Larraona.

En cuanto a meteorología, tuvimos ambos extremos, viento y algo de lluvia un día y calor, casi tórrido, incluso tempranero, otro y, casi, uno más. Frescos, varios.

Y en cuanto al ritual, hubo igual variabilidad y, en ocasiones, el mojón estuvo puesto de víspera. Y los párrocos locales encontraron rápidamente motivos para no asistir al acto. No obstante la bendición del mojón se mantuvo. 

Y se mantuvo igualmente la asistencia de un grupo numeroso de "adictos", que cerraba el acto con el almuerzo de rigor.


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El Mojón, un grato ritual


El Mojón, un grato ritual (I)

Mojones en la Pared de Limitaciones de las Améscoas

El ritual del mojón se estableció como primer acto en el programa del Día del Valle, Ameskoako Eguna, en Améscoa, celebrado por primera vez en 1994. Se trató de colocar un mojón nuevo junto a otro de los antiguos en recuerdo de lo expresado en el mandato regio de Carlos III, rey de Navarra, de 1411, de “moxonar y amugar lo que es nuestro y lo que es de los amescoanos...”. Y eso se llevó a cabo, mediante el añadido de un nuevo mojón, eso sí, en la proximidad de algún otro antiguo, y así recordar aquella circunstancia en que que se obtiene el reconocimiento real de la propiedad, uso y disfrute del conocido como Monte Limitaciones de las Améscoas.     Y lo digo, porque una cosa era tener derecho y tener razón, y otra, conseguir el reconocimiento de ese derecho. No solo ante el rey, sino ante los ganaderos de otras zonas de Navarra que deseaban gozar de libre paso y pasturaje a nuestros rasos, tal como accedían en el estío al resto de pastos serranos que eran de realengo en Urbasa.

Es pues un acto simbólico a la vez que didáctico de una parte fundamental de nuestra historia, del reconocimiento como parte integrante del territorio amescoano de esos 52 km² “limitados” con relación a lo que era propiedad del rey. De ahí que los mojones lleven una “L” de “Limitaciones” en el lado amescoano y una “R” de “Real” en el lado que fue del “realengo”.

Mejor, lo explico. 

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