La guadaña también se jubila en Améscoa
Campesino con guadaña (siglo XIX). Dibujo elaborado con ayuda de Gemini.Definición:
La guadaña es, desde su época primitiva, una vara larga de madera que lleva
enganchada en un extremo una hoja de acero curva y afilada que se hace
deslizar, próxima al suelo para cortar hierba o plantas. Ese efecto se
consigue, mediante el esfuerzo de ambas manos accionando sobre dos agarres enclavados en la vara principal que imprimen un movimiento de barrido a la hoja.
Desde la más remota
prehistoria el ser humano precisa herramientas de corte para hacer viable su
alimentación. Pero empieza a acercarse a la que da título a esta entrada cuando
se inicia en la agricultura, aunque da preferencia a útiles similares a la hoz,
con manejo a una mano, en todas las culturas conocidas.
No obstante,
herramientas muy similares a la guadaña pueden verse en pinturas rupestres del
Neolítico en Noruega y se cree fueron usadas hace 5.000 años en zonas de
cultivo de cereales situadas en la actual Ucrania.
No fueron de uso
común por las civilizaciones griegas y romanas, que dieron preferencia a la
hoz. Y hasta entrada la Edad Media no se extiende su uso en Europa, más para
hierba a fin de disponer de heno en el invierno para el ganado, que para el
cereal. Pero su utilización se fue ampliando rápidamente a trigo, cebada y
centeno, por criterios de ergonomía y de rendimiento.
Campesino medieval con guadaña. Imagen elaborada con ayuda de Gemini.Y en la Edad
Moderna, además de ampliarse su uso a toda Europa, los colonizadores europeos extendieron
su uso a todos los países en los que se establecieron y en las plantaciones que
iniciaron o reconvirtieron y en las que pudieron ser de utilidad.
Acompañó a todas las
habilitaciones de pastizales en nuevas tierras en unos casos y a las cosechas
de cereales de nueva introducción en zonas de América, Oceanía, África y en
menor medida en Asia (por su nula utilidad en los cultivos de arroz).
De esta extensión
geográfica del uso de la guadaña y de la variedad de aplicaciones y cultivos en
los que se aplicó se derivaron diferentes modelos y medidas. Y se fundaron
empresas especializadas en su fabricación y se le añadieron a la guadaña básica
diferentes aditamentos mecánicos que contribuyeron a mejorar su rendimiento en
determinadas condiciones de trabajo.
Guadaña del siglo XIX con vara de madera, elementos de agarre fijos y hoja larga. Imagen elaborada con ayuda de Gemini.Guadaña del siglo XX con vara metálica, un agarre móvil y hoja corta. Foto cedida por Patxi Ruiz de Larramendi. Pero llegada la
Revolución Industrial comienza su declinar. La mecanización agraria se fue
imponiendo en las grandes extensiones cultivadas. Se inició con las segadoras
movidas por tracción animal y más tarde por las segadoras motorizadas de
diferentes dimensiones, destinadas a las funciones de siega, cosecha o desbroce
a diferentes escalas.
Y desde el cuidado
del césped hasta las grandes tareas de desbrozado, la motorización por
combustible o por electricidad ha ido jubilando a la guadaña de la casi
totalidad de sus aplicaciones.
Cosechadora moderna. Foto cedida por Gemini. Su uso ha quedado
reducido a aplicaciones puntuales las que resultaría desmedido utilizar medios
avanzados. No obstante, sigue habiendo zonas rurales de cultivo en países en
desarrollo e incluso desarrollados, en que, por su dimensión, orografía y/o
alejamiento, la guadaña se mantiene imprescindible como aquellos viejos
jubilados a los que en ciertas ocasiones es necesario recurrir.
Y hay una filosofía
de algunos pequeños agricultores que optan por los sistemas tradicionales y mantienen los útiles antiguos.
También ha sido
conservado como manifestación cultural en forma de deporte rural.
Y de antiguo viene
su vinculación con la Muerte en el sentido de segar la Vida y así ha sido
representada en numerosas obras pictóricas, en la literatura, en el cine, en
los naipes y en numerosos emblemas.
La guadaña como símbolo de segar la vida a partir de la epidemia de peste del siglo XVI.Imagen elaborada con ayuda de Gemini.
Definición:
La guadaña es, desde su época primitiva, una vara larga de madera que lleva
enganchada en un extremo una hoja de acero curva y afilada que se hace
deslizar, próxima al suelo para cortar hierba o plantas. Ese efecto se
consigue, mediante el esfuerzo de ambas manos accionando sobre dos agarres enclavados en la vara principal que imprimen un movimiento de barrido a la hoja.
Desde la más remota prehistoria el ser humano precisa herramientas de corte para hacer viable su alimentación. Pero empieza a acercarse a la que da título a esta entrada cuando se inicia en la agricultura, aunque da preferencia a útiles similares a la hoz, con manejo a una mano, en todas las culturas conocidas.
No obstante,
herramientas muy similares a la guadaña pueden verse en pinturas rupestres del
Neolítico en Noruega y se cree fueron usadas hace 5.000 años en zonas de
cultivo de cereales situadas en la actual Ucrania.
No fueron de uso
común por las civilizaciones griegas y romanas, que dieron preferencia a la
hoz. Y hasta entrada la Edad Media no se extiende su uso en Europa, más para
hierba a fin de disponer de heno en el invierno para el ganado, que para el
cereal. Pero su utilización se fue ampliando rápidamente a trigo, cebada y
centeno, por criterios de ergonomía y de rendimiento.
Y en la Edad
Moderna, además de ampliarse su uso a toda Europa, los colonizadores europeos extendieron
su uso a todos los países en los que se establecieron y en las plantaciones que
iniciaron o reconvirtieron y en las que pudieron ser de utilidad.
Acompañó a todas las
habilitaciones de pastizales en nuevas tierras en unos casos y a las cosechas
de cereales de nueva introducción en zonas de América, Oceanía, África y en
menor medida en Asia (por su nula utilidad en los cultivos de arroz).
De esta extensión
geográfica del uso de la guadaña y de la variedad de aplicaciones y cultivos en
los que se aplicó se derivaron diferentes modelos y medidas. Y se fundaron
empresas especializadas en su fabricación y se le añadieron a la guadaña básica
diferentes aditamentos mecánicos que contribuyeron a mejorar su rendimiento en
determinadas condiciones de trabajo.
Pero llegada la
Revolución Industrial comienza su declinar. La mecanización agraria se fue
imponiendo en las grandes extensiones cultivadas. Se inició con las segadoras
movidas por tracción animal y más tarde por las segadoras motorizadas de
diferentes dimensiones, destinadas a las funciones de siega, cosecha o desbroce
a diferentes escalas.
Y desde el cuidado
del césped hasta las grandes tareas de desbrozado, la motorización por
combustible o por electricidad ha ido jubilando a la guadaña de la casi
totalidad de sus aplicaciones.
Su uso ha quedado
reducido a aplicaciones puntuales las que resultaría desmedido utilizar medios
avanzados. No obstante, sigue habiendo zonas rurales de cultivo en países en
desarrollo e incluso desarrollados, en que, por su dimensión, orografía y/o
alejamiento, la guadaña se mantiene imprescindible como aquellos viejos
jubilados a los que en ciertas ocasiones es necesario recurrir.
Y hay una filosofía
de algunos pequeños agricultores que optan por los sistemas tradicionales y mantienen los útiles antiguos.
También ha sido
conservado como manifestación cultural en forma de deporte rural.
Y de antiguo viene su vinculación con la Muerte en el sentido de segar la Vida y así ha sido representada en numerosas obras pictóricas, en la literatura, en el cine, en los naipes y en numerosos emblemas.