Nieblas matutinas de verano en Améscoa y Urbasa
Urbasa totalmente cubierta por la niebla desde las Majadas de Eulate. Al fondo, Beriain. (12/08. 6:28'). Foto de archivo propio. Es
obligado reconocer que la niebla tiene mala prensa.
Es
evidente que dificulta la visión, pero el imaginario popular y escritores y
poetas la han asociado con situaciones de tristeza, melancolía, soledad. Y en
cuanto al calendario se sitúa siempre en otoño o invierno, con árboles sin
hojas, temperaturas frías y vientos cortantes.
Yo, sin
tener nada contra ese retrato un poco tremendista de la niebla, quiero
reivindicar otra niebla que conozco muy bien, la niebla madrugadora de verano,
en un marco geográfico de media montaña, por la que siento mucho cariño y por
la que me creo obligado a romper una lanza. Y que considero una de nuestras señas de identidad.
E
insisto en que trataré de “nuestras” nieblas, las de Améscoa (valle y monte
Limitaciones) y Urbasa, en una estación del año, el verano, y en una parte del
día, las primeras horas de la jornada. A veces, con cuatro o cinco ya ha sido suficiente.
Y más
que hablar, mostraré, porque, cuando recuerdo mi experiencia vivida con la
niebla, me viene a la memoria la frase de Goethe: “Pensar es más interesante que saber,
pero menos interesante que observar”.
Como hacían antes los
“viajantes” para promover sus ventas, traigo unas muestras de algo que está al
alcance de cualquiera que quiera verlo. Y creo que la observación de cualquiera
de las modalidades de niebla que se producen no requiere sino madrugar lo necesario y excluir días de
meteorología inadecuada, que no son muchos.
Raso de Urbasa con ligera capa de niebla desde las Majadas de Eulate. Al fondo Beriain. (29/07. 6:29'). Foto de archivo propio.
Es
obligado reconocer que la niebla tiene mala prensa.
Es
evidente que dificulta la visión, pero el imaginario popular y escritores y
poetas la han asociado con situaciones de tristeza, melancolía, soledad. Y en
cuanto al calendario se sitúa siempre en otoño o invierno, con árboles sin
hojas, temperaturas frías y vientos cortantes.
Yo, sin tener nada contra ese retrato un poco tremendista de la niebla, quiero reivindicar otra niebla que conozco muy bien, la niebla madrugadora de verano, en un marco geográfico de media montaña, por la que siento mucho cariño y por la que me creo obligado a romper una lanza. Y que considero una de nuestras señas de identidad.
E
insisto en que trataré de “nuestras” nieblas, las de Améscoa (valle y monte
Limitaciones) y Urbasa, en una estación del año, el verano, y en una parte del
día, las primeras horas de la jornada. A veces, con cuatro o cinco ya ha sido suficiente.
Y más
que hablar, mostraré, porque, cuando recuerdo mi experiencia vivida con la
niebla, me viene a la memoria la frase de Goethe: “Pensar es más interesante que saber,
pero menos interesante que observar”.
Como hacían antes los
“viajantes” para promover sus ventas, traigo unas muestras de algo que está al
alcance de cualquiera que quiera verlo. Y creo que la observación de cualquiera
de las modalidades de niebla que se producen no requiere sino madrugar lo necesario y excluir días de
meteorología inadecuada, que no son muchos.
Las
primeras luces del alba muestran en las dos imágenes precedentes, cómo la tierra
se ha enfriado y ha formado una capa de niebla sobre el fondo de la cubeta
central de Urbasa, que eso es el Raso.
Vista de la Barranca, lado occiental de Limitaciones. 28/07. 7:12' Foto de archivo propio.A medida
que hay más luz, se ve la niebla, ya más baja, en la Barranca[1],
y sobre lo que fueron piezas de cultivo.
Buitres en vuelo sobre cercanías del Puerto Viejo de Baquedano.Al fondo Beriain. 14/08. 7:15'. Muy poco antes de amanecer.Foto de archivo propio.Antes
de amanecer, los buitres ya tienen luz suficiente para desentumecer los
músculos y hacer ejercicios de calentamiento sobre Baquedano, al oeste del
Puerto Viejo.
Las primeras luces del alba muestran en las dos imágenes precedentes, cómo la tierra se ha enfriado y ha formado una capa de niebla sobre el fondo de la cubeta central de Urbasa, que eso es el Raso.
A medida que hay más luz, se ve la niebla, ya más baja, en la Barranca[1], y sobre lo que fueron piezas de cultivo.
Antes de amanecer, los buitres ya tienen luz suficiente para desentumecer los músculos y hacer ejercicios de calentamiento sobre Baquedano, al oeste del Puerto Viejo.
Los primeros rayos se filtran a través de la niebla y de las ramas empapadas por ella. Tampoco el suelo está para sentarse.
Los primeros rayos se filtran a través de la niebla y de las ramas empapadas por ella. Tampoco el suelo está para sentarse.
Parte oriental del Raso de Urbasa, primera en disminuir y perder su capa de niebla. 04/08. 8:03'.Foto de archivo propio.Desde
Arratondo las mantas de niebla se ven todavía bastante sólidas en la parte
oriental del Raso, pero más arriba empiezan a diluirse.
Las brisas del valle impulsan, en este caso, la niebla hacia la peñera del Nacedero con el sol ya alumbrando el espectácuilo. 12/08. 8:55' Foto de archivo propio.Con el
sol ya fuera la niebla asciende desde Ubaba, la boca del Urederra, para fundirse con la ya densa capa que
cubre el hayedo. En otras ocasiones ocurre a la inversa y la niebla desciende hacia el río desde la sierra.
Nieblas en mengua que ocultan Zudaire y dejan ver Baríndano. En primer plano, mojón del año 2000 de Limitaciones con Baquedano. Al fondo, el perfil de Lokiz. 27/07. 9:03'.Foto de archivo propio.En el
valle, las brisas de mañana barren las nieblas y el sol, ya más alto tiene
fuerza para diluirlas.
Últimos estertores de la niebla refugiada en el hayedo en Txintxurte.05/08. 9:45'.Foto de archivo propio.Avanzada
la mañana, algunos retazos de niebla han buscado un último refugio en el
frescor del hayedo. No tardarán en desaparecer.
Desde Arratondo las mantas de niebla se ven todavía bastante sólidas en la parte oriental del Raso, pero más arriba empiezan a diluirse.
Con el sol ya fuera la niebla asciende desde Ubaba, la boca del Urederra, para fundirse con la ya densa capa que cubre el hayedo. En otras ocasiones ocurre a la inversa y la niebla desciende hacia el río desde la sierra.
En el valle, las brisas de mañana barren las nieblas y el sol, ya más alto tiene fuerza para diluirlas.
Avanzada
la mañana, algunos retazos de niebla han buscado un último refugio en el
frescor del hayedo. No tardarán en desaparecer.
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