San Briz solo tuvo que mudarse de sitio
San Briz solo tuvo que mudarse de sitio, pero sin salir de San Martín.
No existe ya la ermita de San Briz o San Bricio, aunque la no excesiva antigüedad de su desaparición ha mantenido vivo
su recuerdo. Tiene la imagen del santo su pequeña leyenda.
A escasa distancia del
"boquete" del Puerto de San Martín de Améscoa Baja, algo más abajo y junto al camino
de acceso, estuvo situada, durante siglos, esta ermita. Se hallaba en paraje
elevado y alejada del núcleo urbano, circunstancia que, entre otras, pudo ser
decisiva para su desaparición.
El nombre de San Briz se aplica todavía al término en el que estuvo
situada la ermita y a una fuente próxima. Pero el paso de los años y la captación de la fuente están pasando la goma de borrar.
Parece que la ermita era de pequeño tamaño, entre otras razones porque
las características del paraje no permiten amplitudes. Una imagen del santo ha
sobrevivido a la ermita. Dice de ella el CMME II* que "es de estilo gótico
con influencia flamenca" y sitúa la fecha de su construcción en el entorno del año 1500.
Es
peculiar la advocación de San Bricio y solo queda en España un despoblado,
Pedrezuela de San Bricio (Salamanca), con dos habitantes, en relación con este
santo.
Y creencias al
margen, San Bricio de Tours (Turena/Francia, 377-444), cuya fiesta se celebra el 13
de noviembre, era un huérfano que educó San Martín de Tours y que le sucedió
como obispo tras su muerte.
A escala local, compitió en
inferioridad con otras devociones. En cuanto a ermitas, la de Santa María,
situada en el propio caserío de San Martín le llevaba gran ventaja por su cercanía. Y a partir
de 1700, se le sumó la del Cristo de las Agonías del Palacio, para quienes
debían desplazarse, por su riqueza artística. En cualquier caso, es notorio que se hizo un esfuerzo
popular por mantenerla, ya que los ingresos por limosnas de las dos ermitas
locales se mantienen a nivel similar hasta comienzos del siglo XIX.
Pero merece la pena
recordar las palabras del Visitador del Obispado de Pamplona tras su visita en
1801: "que la Hermita de San Bricio se halla bastante deteriorada y
expuesta a continuas ruinas y menoscavos, por la mucha fragosidad del paraje y
lo empinado y desigual de su situación local y a que por la distancia y
quebrado del camino, experimentan los fieles notable incomodidad en las
concurrencias a ella. Y respecto también a que el pueblo de buena fe, todo esto
ha manifestado, sus deseos de mejorar la expresada hermita, prestándose gustoso
a contribuir en parte según sus facultades a estos gastos, mandamos se traslade
a otro sitio más llano, cómodo, y que esté más próximo para la concurrencia de
los fieles, empleando en la nueva fábrica los materiales que puedan
aprovecharse de la actual".
Aunque hay
constancia de que la ermita sigue en pie en 1820, cabe pensar que no tardaría
mucho en fenecer, a la vista del siglo negro en que estaba inmerso el valle y que no iba a mejorar a partir de esa fecha.
Y hoy, dos siglos después, ermita y topónimos, forman parte de un pasado del que estas líneas, con las informaciones facilitadas desde San Martín tratan de salvar del olvido.
La imagen del santo pasaría a la casa parroquial y de allí, tras el fallecimiento de don Luciano, a la ermita de la Virgen de la Misericordia (antes de Santa María) de San Martín.
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