Domingo Bados, primer maestro navarro asesinado en 1936

Domingo Bados, primer maestro navarro asesinado en 1.936 

Asesinato de Domingo Bados

Fue además el primer amescoano, víctima mortal del levantamiento militar del 18 de julio de ese año.

Domingo había nacido en San Martín el 29/12/1903, hijo de Marcelino Bados (n. Eulate) y de Dorotea García (n. San Martín), vecinos ambos de San Martín. Con seis años de edad falleció su madre y su padre volvió a contraer matrimonio.

Tras su formación correspondiente, entre 1919 y 1922, ejerció como maestro interino en Bearin, para hacer después el  servicio militar. Fue docente en otras localidades de Navarra hasta aprobar las oposiciones, siendo destinado a Nafría de Ucero (Soria) en 1927.

Desde allí obtuvo plaza en Olazagutia donde llegó en enero de 1930. Aquí fue Secretario del Consejo Local de Enseñanza y creador del Centro Republicano.

En 1930 fundó la Unión de Maestros Españoles de Navarra y posteriormente ingresó en la Asociación Provincial de Trabajadores de la Enseñanza de Navarra de la UGT siendo vocal bibliotecario de su Junta Directiva en 1932 y promoviendo la creación de la Biblioteca Circulante de dicha organización. Fue colaborador de la publicación "Trabajadores". Durante tres meses de 1933 fue alcalde de Olazagutia al frente de una Comisión Gestora municipal que se formó hasta las elecciones del 23 de abril.

Fue detenido y encarcelado en Pamplona (Navarra) por su presunta participación en la huelga general de octubre de 1934, acusado de haber participado en una acción con los ferrocarriles de la zona. En juicio celebrado el 23/02/1935 quedó en libertad al no quedar probada dicha acusación.

Así pues, Domingo se había significado, por un lado, como enseñante y amante de la cultura. Por otro lado, como político y sindicalista activo.

Era pues el socialista más destacado y más aborrecido por la derecha en una zona, la Burunda, donde estaban instaladas algunas de las empresas más fuertes de Navarra, dos de ellas en Olazagutia: Cementos Portland e Hijos de Victoriano Echávarri. Y donde la familia Echávarri era declarada y activamente procarlista.  

En febrero de 1936, tras unas oposiciones, obtuvo plaza de maestro en el grupo escolar "Menéndez y Pelayo" de Madrid y en abril abandonó esa función en Olazagutia.

Al producirse el golpe militar estaba en Navarra pasando sus vacaciones, y repartía su tiempo entre Olazagutia, donde residía su prometida, y San Martín, domicilio paterno. 

A su alrededor y a muy corta distancia estaban ocurriendo sucesos muy graves.

El 19 de julio, domingo, el bando de Mola tras el alzamiento provocaba el cese inmediato del ayuntamiento de Eulate y daba paso a una comisión gestora. Uno de los concejales cesados, Gregorio García, miembro de la UGT local, sería asesinado unas semanas más tarde.

El nuevo ayuntamiento nombrado por los golpistas destituía al guarda de Limitaciones Balbino García de Albizu (mi abuelo), miembro de la UGT local, que también sería asesinado poco después.  

El día 21 de julio, martes, quedó destituido el ayuntamiento de Olazagutia y nombrada una gestora, “de carácter gubernativo”. Y fueron destituidos varios empleados municipales “por haberse distinguido en actividades extremistas y pertenecer a organizaciones de igual índole”.

He citado estos casos porque estas noticias eran conocidas por Domingo Bados que, el 25, sábado, día de Santiago, fue detenido en Améscoa por un grupo conocido como “la Guardia de Zudaire”, que lo trasladó, no está claro, si a Alsasua directamente, o antes a Olazagutia.

Las cuatro personas que formaban parte del grupo que lo detuvo cargaron los gastos de esa detención al ayuntamiento de Améscoa Baja, en nota manuscrita que dice: “Cuatro endividuos por la detención del Maestro de Olazagutia, 4 comidas a 3 pts … 12,00”. Lo que debe entenderse como que realizaron este y otros trabajos similares con la venia municipal. Y también, que comieron en el lugar de destino, Alsasua u Olazagutia, a cuenta de la detención y por ser la festividad de Santiago.

Nota de gastos de los cuatro amescoanos que llevaron a Domingo detenido 

Una vez en Alsasua, Domingo pasó a la cárcel, de donde fue sacado por unos falangistas la noche del 27 de julio, lunes, llevado a la carretera de Pamplona y muerto por disparos de arma corta. Tras darle muerte, siguiendo instrucciones del oficial al mando, un capitán de Falange, pasaron con el coche sobre la cabeza del cadáver a fin de desfigurarlo y dificultar su reconocimiento.

Pero cuando se llevó el cadáver ante el juez, para que ordenase la autopsia, no solo supo quién era la víctima, a quien conocía personalmente, sino que lo comprobó al extraer la cartera de las ropas del cadáver, precaución que no habían tomado los ejecutores. Se lo notificó así al capitán de Falange, pero este, tras arrojar la documentación al fuego, le ordenó declarar irreconocible al cadáver en el Acta de Defunción.

Y como tal cadáver no identificado, fue enterrado en la fosa común del cementerio de Alsasua.

                Marino Ayerra, portada de su libro y Acta de Defunción                                       de un desconocido que era Domingo Bados

Así lo narra Marino Ayerra Redín en su libro “No me avergoncé del Evangelio. Desde mi parroquia”, publicado en 1958 y en 1959 en Buenos Aires y en 1978, con notas de Jimeno Jurío, en Bilbao.

Ayerra tuvo información inmediata por uno de los ejecutores de Domingo Bados y por el juez de Alsasua, Alejo Leoz, que firmó el Acta de Defunción.

Así se lo describió años después Ayerra a José María Jimeno Jurío, que había obtenido testimonios similares en sus encuestas realizadas en Alsasua.

Y así consta en el Juzgado de Alsasua en el que existe un Acta de Defunción, que localicé en 2012, con la ayuda de Javier García García de Eulate, que colaboró en la investigación histórica de la represión derivada del golpe militar de 1936.

             Inscripción de Domingo Bados junto a su hermano Balbino                        en el Muro de Sartaguda

Este es el primer maestro navarro y amescoano en ser depurado por el Movimiento Nacional. En septiembre, su hermano Balbino, también maestro, también amescoano, sería igualmente depurado por el sistema de tiro nocturno y fosa.

Algo contaré al respecto antes de que hordas patrióticas proclamen un Movimiento Nacional.2 y declaren altamente tóxica la Memoria Histórica.


Para saber más:

GARCÍA DE ALBIZU, Balbino (2017). "¿Qué hicimos aquí con el 36? La represión de civiles en retaguardia por su ideología en las Améscoas y Urbasa". Editorial: Lamiñarra. Pamplona. 


Nieblas matutinas de verano en Améscoa y Urbasa

             Nieblas matutinas de verano                  en Améscoa y Urbasa

         Urbasa totalmente cubierta por la niebla desde las Majadas de Eulate.                 Al fondo, Beriain. (12/08. 6:28'). 
Foto de archivo propio. 

Es obligado reconocer que la niebla tiene mala prensa.

Es evidente que dificulta la visión, pero el imaginario popular y escritores y poetas la han asociado con situaciones de tristeza, melancolía, soledad. Y en cuanto al calendario se sitúa siempre en otoño o invierno, con árboles sin hojas, temperaturas frías y vientos cortantes.

Yo, sin tener nada contra ese retrato un poco tremendista de la niebla, quiero reivindicar otra niebla que conozco muy bien, la niebla madrugadora de verano, en un marco geográfico de media montaña, por la que siento mucho cariño y por la que me creo obligado a romper una lanza. Y que considero una de nuestras señas de identidad. 

E insisto en que trataré de “nuestras” nieblas, las de Améscoa (valle y monte Limitaciones) y Urbasa, en una estación del año, el verano, y en una parte del día, las primeras horas de la jornada. A veces, con cuatro o cinco ya ha sido suficiente.

Y más que hablar, mostraré, porque, cuando recuerdo mi experiencia vivida con la niebla, me viene a la memoria la frase de Goethe: Pensar es más interesante que saber, pero menos interesante que observar”.

Como hacían antes los “viajantes” para promover sus ventas, traigo unas muestras de algo que está al alcance de cualquiera que quiera verlo. Y creo que la observación de cualquiera de las modalidades de niebla que se producen no requiere sino madrugar lo necesario y excluir días de meteorología inadecuada, que no son muchos.


       Raso de Urbasa con ligera capa de niebla desde las Majadas          de Eulate. Al fondo Beriain. (29/07. 6:29'). 
Foto de archivo propio. 

Las primeras luces del alba muestran en las dos imágenes precedentes, cómo la tierra se ha enfriado y ha formado una capa de niebla sobre el fondo de la cubeta central de Urbasa, que eso es el Raso.

Vista de la Barranca, lado occiental de Limitaciones. 28/07. 7:12' 
Foto de archivo propio.

A medida que hay más luz, se ve la niebla, ya más baja, en la Barranca[1], y sobre lo que fueron piezas de cultivo.

Buitres en vuelo sobre cercanías del Puerto Viejo de Baquedano.
Al fondo Beriain. 14/08. 7:15'. Muy poco antes de amanecer.
Foto de archivo propio.

Antes de amanecer, los buitres ya tienen luz suficiente para desentumecer los músculos y hacer ejercicios de calentamiento sobre Baquedano, al oeste del Puerto Viejo.

        Las hayas que bordean el mirador de Ubaba reciben su baño matinal          de niebla que el sol tardará en secar.  30/07. 7:32'
Foto de archivo propio.

Los primeros rayos se filtran a través de la niebla y de las ramas empapadas por ella. Tampoco el suelo está para sentarse.

           Parte oriental del Raso de Urbasa, primera en disminuir y perder             su capa de niebla. 04/08. 8:03'.
Foto de archivo propio.

Desde Arratondo las mantas de niebla se ven todavía bastante sólidas en la parte oriental del Raso, pero más arriba empiezan a diluirse.

           Las brisas del valle impulsan, en este caso, la niebla hacia la peñera             del Nacedero con el sol ya alumbrando el espectácuilo. 12/08. 8:55' 
Foto de archivo propio.

Con el sol ya fuera la niebla asciende desde Ubaba, la boca del Urederra, para fundirse con la ya densa capa que cubre el hayedo. En otras ocasiones ocurre a la inversa y la niebla desciende hacia el río desde la sierra.

    Nieblas en mengua que ocultan Zudaire y dejan ver Baríndano. En primer plano, mojón del año 2000 de Limitaciones con Baquedano. 
Al fondo, el perfil de Lokiz. 27/07. 9:03'.
Foto de archivo propio.

En el valle, las brisas de mañana barren las nieblas y el sol, ya más alto tiene fuerza para diluirlas.

Últimos estertores de la niebla refugiada en el hayedo en Txintxurte.
05/08. 9:45'.
Foto de archivo propio.

Avanzada la mañana, algunos retazos de niebla han buscado un último refugio en el frescor del hayedo. No tardarán en desaparecer.


Una amescoana de altos vuelos

Una amescoana de altos vuelos

Chova en pequeña repisa. Observar el apoyo de garras.
Foto de archivo propio

Ya contaba en este blog en abril del año pasado que la chova piquigualda anidaba también en el Himalaya y era la única ave en hacerlo. Está pues justificado calificarla como de “altos vuelos” y así es porque no se encuentra cómoda a bajas altitudes. 

En definitiva, que es un ave de montaña y para los desmemoriados recuerdo que puede reproducirse a elevada altitud porque sus huevos tienen menos poros que los de las especies de zonas más bajas y sufren menos pérdidas por evaporación de agua. Por otra parte sus embriones están dotados de una hemoglobina cuya afinidad por el oxigeno es mayor, lo que compensa la disminución de este por la altitud.

 

Pero debemos presentar a nuestra invitada de hoy, que es la chova piquigualda o piquiamarilla. Dada la rapidez con que se desplaza, su pequeño tamaño y lo poco que soporta la aproximación de las personas, algo común a todas las aves, no es frecuente que sus rasgos sean retenidos y a menudo es confundida con un cuervo. 

Si hacemos una presentación formal, debiéramos decir que la chova piquigualda es un ave paseriforme de la familia Corvidae perteneciente al género Pyrrhocorax.

Espero que la fotografía facilite la explicación cualitativa.  Hablamos pues de un córvido, en versión reducida en cuanto a peso con respecto al cuervo. Nuestra chova pesa de 160-250 gramos, en tanto que un cuervo adulto puede pesar entre 700-1700 gramos, que es el mayor de los considerados "pájaros". 

Pero se acorta la diferencia en cuanto a envergadura, ya que la chova, con tan escaso peso, alcanza casi la mitad de envergadura que el cuervo, con 75-80 cm la primera, por 120-160 cm el segundo. Lo que le convierte en un magnífico y ágil volador y velero, que puede aprovechar muy bien las corrientes ascensionales que se producen en las proximidades de las grandes paredes verticales donde acostumbra a anidar. 

Otras diferencias importantes con el cuervo son las cromáticas: el color de su pico es amarillo y el de sus patas rojo o anaranjado. Es decir, que rompe con el luto riguroso del cuervo. 

Pero entremos en detalles finos. La chova piquigualda o piquiamarilla, Pyrrhocorax graculus, es un córvido de montaña, presente solo en zonas de relieve elevado del sur y centro Europa y Asia, hasta el Himalaya.

Chovas esperando a que despeje la niebla 
Foto de archivo propio

En nuestro territorio, yo solo la he visto sobre el Monte Limitaciones de Améscoa y más concretamente entre el Puerto Viejo de Baquedano y Zurgaina o Puerto Viejo de Zudaire. También desde la peña Berenderra hasta Gartziaran. También en las Majadas de Eulate y en Mendinausi, en lugares donde pasta el ganado mayor. Y volando en bandadas sobre el sur del Raso de Urbasa y el sur del Raso de Lezamen.

Chova asomada sobre el Mirador de Ubaba
Foto de archivo propio

Como he mencionado pico fuerte, corto, ligeramente curvado y color amarillo, patas y plumaje negro brillante.

Sus patas son cortas pero está provista de uñas largas muy curvadas que le permiten mantenerse sobre superficies mínimas. Algo necesario por sus hábitos de anidamiento y parada en pequeñas rugosidades o entrantes de paredes verticales.

Realiza vuelos muy rápidos de giros repentinos y acrobáticos y tiene hábito de desplazamientos en bandada, con frecuencia aparentemente erráticos.

Emite sonidos repentinos y estridentes.

Pareja de chovas próximas al Mirador y con restos de niebla
Foto de archivo propio

Se empareja de por vida y es residente estable.

Anida en los mismos lugares. Construye nido en grietas de paredes verticales y en simas.  Pone de tres a cinco huevos. Los incuba la hembra durante unas tres semanas. Los pollos nacen a fin de junio y son alimentado por ambos padres. Tras un mes abandonan el nido, aunque dependen de los padres otro mes largo.

Alcanzan la madurez sexual pasados dos a tres años.

Grupo de chovas buscando alimento entre las rocas
Foto de archivo propio

Se alimenta de insectos en verano y primavera, en prados de hierba corta, favorecido por la ganadería extensiva de la zona y rebuscando entre las grietas de los roquedos. De los excrementos del ganado obtiene larvas e insectos varios. Y se nutre de frutos y bayas de época en otoño e invierno.

Su población decrece en general por la disminución de la ganadería extensiva, el cambio climático, la turistificación de zonas de asentamiento y anidamiento, etc. 

Pequeña bandada de chovas sobre Baquedano. Al fondo Artaza.
Foto de archivo propio


 

Siglos de nublados y pedriscos sobre Améscoa y Urbasa

Siglos de nublados y pedriscos sobre Améscoa y Urbasa

Ilustración elaborada en colaboración con Gemini

Aprovecho que hoy nos previenen de una DANA para traer al blog algunos nublados lo suficientemente notorios para ser recordados siglos después y tengo la tarea fácil porque me basta con extraer algunos de los sucedidos recopilados para el trabajo de investigación hecho y publicado en 2022. He escogido pues los relacionados con la materia mencionada, los nublados, el pedrisco y las tormentas repentinas en época veraniega:

1403.- Con fecha 10 de junio, se firmó perdón real de impuestos para Aranarache, Eulate y Larraona, por haber perdido sus cosechas a causa de la piedra.

1416.- Larraona. Con fecha 17 de agosto, Carlos III concedió exención de impuestos por dos años, a los habitantes de Larraona, para que no abandonasen el lugar tras la tempestad de piedra que arruinó sus cosechas.

1590.- "El domingo 15 de julio de 1590, por la mañana, una hora después de amanecido, cayó piedra en los lugares de Varíndano, Çudayre y Vaquedano y sus términos de ellos, en tanta cantidad que echó a perder todo el fruto de la tierra, de tal manera que no se cogió casi nada y no hizo daño en los otros lugares ni campos de ellos ni en la sierra de Larraiça, y fue granizo con mucha violencia de vientos y agua".

Al ser en domingo, día de la semana en que la Iglesia no autorizaba la realización de trabajo alguno, y a las ocho de la mañana según nuestro horario actual (el sol sale el 15 de julio a las 7 horas y el apunte precisa que una hora después de amanecido), el nublado entraría muy furtiva y sorpresivamente. No parece que llegasen a ver venir las nubes, ni que les diera margen para el conjuro y el bandeo de campanas.

El texto anterior encabeza un cuadernillo, sin relación con lo que a continuación se dice en él. No cabe duda de que el nublado que describe debió resultar algo muy llamativo e impulsó su registro documental. 

1605.- Eulate. Así decía el artículo 45 de las Ordenanzas de Eulate de 1606: “Otro sí hordenamos que, desde el día de Santa Cruz de mayo hasta el día de Santa Cruz de Septiembre de cada un año, se había de hacer hentre nosotros la Vez de tocar las Canpanas por el temporal, por Renque de Casas so pena de dos Reales de día y quatro Reales de noche y que cada un vecino en acabando su día haia de hacer saber al otro que le viene el Renque para el otro día so pena que el que se descuidare en esto pague quatro Reales”. 

Era pues responsabilidad de un vecino cada jornada, en el período de tiempo señalado, observar el cielo, interpretar su aspecto en lo amenazante que pudiera parecer y avisar al resto, mediante el tañido de las campanas, de un posible pedrisco.

         Tocar las campanas por el nublado. Ordenanzas Eulate 1605.                   Foto de archivo propio.

 

1742.- Baquedano. En ese año se produce la llegada del Visitador del obispado de Pamplona que, para no tener que desplazarse a todas las iglesias parroquiales de Améscoa Baja, reúne a los párrocos en Zudaire y les dicta sus mandatos e instrucciones. Entre ellos incluye el de que : “…en tiempo de nublados o tempestades no se saque el Santísimo Sacramento a la Puerta de la Iglesia”, que da lugar a diferentes redacciones en los Libros de Fábrica. He reproducido uno de los textos anotado y en otro de la misma fecha, se puede leer: "No se saque el SS de su sagrario con el motivo de tempestades y estamos informados se practica así en este valle ..."

El conjuro de nublados y todos sus rituales estaban reglados con absoluto detalle en la diócesis pamplonesa, de la que dependían las parroquiales bajoamescoanas. Como también estaba en vigor la prohibición de sacar el Santísimo fuera del templo, pero el miedo ha sido siempre libre y la opción de llevarlo al exterior pudo parecer a algunos, párroco incluido, que resultaba más eficaz para disipar o desviar los nublados.

 

 1921.- Urbasa. El 18 de junio, sábado, ultimaba José Miguel de Barandiarán su primera exploración de la estación dolménica de Urbasa. Y cuenta así en su posterior informe: “Después de comer pudimos observar desde el portal como descargaba una manga de pedrisco en las lomas próximas al puerto de Zudaire, después de lo cual quedaron éstas blancas, como si hubiera nevado”[1].

   Y continúa su relato: “Pensando que no volvería a descargar ningún chubasco, salimos de allí con intento de llegar a Alsasua para las siete de la tarde, hora del tren expreso que nos debía conducir a Vitoria; más al poco tiempo empezó a caer sobre nosotros una tan recia tempestad de piedra, con estruendoso aparato de relámpagos y truenos, que nos hizo pasar media hora mal guarecidos bajo un espino. Después de esto, el regreso se hizo sin más novedad”[2]

 

 1921.- Urbasa. No había terminado la experiencia tempestuosa de aquella exploración. Volvió Barandiarán en julio y de la tarde del día 23, también sábado, hace el siguiente relato: Al atardecer se dejaron oír muchos truenos, y como las nubes parecían muy cargadas, tuvimos que abandonar el trabajo; habiendo ocultado las herramientas debajo de unos matos, tomamos precipitadamente el camino del Palacio. Los relámpagos y los truenos menudeaban cada vez más; oscurecía por momentos; no bien hubimos salido del bosque, empezó a soplarnos un viento huracanado que dificultaba nuestro avance hacia el fondo del gran raso de Urbasa. Todavía nos quedaba una hora de camino para llegar al Palacio, y en todo el contorno no se descubría otro albergue. Discurríamos aún por las peladas lomas de Arratondo, (Abiatondo) cuando se desencadenó una furiosa tempestad de granizo y lluvia. Los rayos que caían en los vecinos cerros causaban espanto en todos los ánimos; ¿quién nos aseguraba que no caerían en nuestras cabezas? Sin embargo, uno de los obreros, el viejo Lucio seguía impertérrito; llevaba al hombro su gran pico de acero, desafiando a las inclemencias del cielo: no le estremecían los rayos, sólo temía el estampido del trueno.

Durante media hora descargó sobre nosotros un fuerte aguacero, y el lector podrá suponer en qué estado llegaríamos al deseado «Palacio». [3]

 

                                   El Haya de la Virgen en Arafe (Urbasa).                             Foto de archivo propio.

1928.- Urbasa. A unos 400 metros al NE del kilómetro 26, en el paraje de Arafe, hay un haya vetusta y frondosa que llaman “el Haya de la Virgen”, ahora incluida en un acotado, pero perfectamente visible y accesible, en la que se ve una especie de hornacina practicada en el tronco, en la que reposa una imagen de la Virgen, así como una mención a Bernardo Garbayo y una fecha: 27/08/1928. Recuerda un episodio ocurrido junto a ella. El tal Bernardo Garbayo pasaba unos días en el Palacio de Urbasa. Su mujer, Julia Osácar, era hermana de María Luisa Osácar, casada con Juan Echavarri, propietario del Palacio. Al parecer, se refugiaron ante una tormenta bajo el haya en cuestión. Poco antes, habían estado bajo otra que acababan de abandonar y sobre la que cayó un rayo.

   He oído otra versión en la que se dice que, en la circunstancia descrita, Garbayo estaba solo y no con su mujer. 



[1] Telesforo de Aranzadi, José Miguel de Barandiarán y Enrique de Eguren. “Exploración de seis dólmenes en la Sierra de Urbasa (Navarra)”. Eusko Ikaskuntza, Sociedad de Estudios Vascos 1923.

[2] Ibidem

[3] Ibidem





 

Borbones y generales traen una nueva y más cruel guerra a Améscoa.1833

 Borbones y generales traen una nueva y más cruel guerra a Améscoa. 1833


Tomás de Zumalacárregui, Carlos Isidro de Borbón, José Ramón de Rodil

 Album del siglo XIX. Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia.


Ese infortunado descubrimiento por parte de Espoz y Mina de que nuestro valle y alrededores eran una lugar idóneo para el desarrollo de una estrategia militar de pocos contra muchos nos iba a llevar de nuevo al martirio. Y eso, cuando todavía no se habían restañado las heridas de la guerra de la Independencia.

Desde diciembre de 1833 Zumalacárregui había situado su cuartel general en Améscoa. 

El 16 y 17 de julio de 1834, el Pretendiente, que se había autoproclamado Rey de España como Carlos V, comía en Eulate.

En ese mismo mes, el día 31, el comandante general Rodil, leal a la Regencia, virrey de Navarra y que trataba de apresar al Pretendiente, se había posicionado en Zudaire. Tenía con él a los generales Anleo, Espartero y Lorenzo que mandaban una fuerza de 8000 infantes situados en Améscoa Baja. Zumalacárregui disponía en aquel momento, para hacerle frente, de 1500 hombres.

 

¿Cómo se había llegado a una situación en la que un “pseudorey”, porque realmente no lo era más que para él y para sus partidarios, frecuentara como refugio un valle y unos montes que le eran totalmente ajenos?

¿Y que unos militares con la pechera repleta de distinciones por su destreza en la práctica del arte de la guerra y cerca de diez mil seres humanos armados trataran de matarse en un valle que acababan de conocer?

Empezaré a desenredar el nudo recordando a la “madre del cordero” o “al padre del cordero”  o a ambos. El rey Carlos IV y su esposa, María Luisa de Borbón-Parma, prima carnal suya, a la que embarazó veinticuatro veces, que dio a luz catorce hijos, de los que solo siete llegaron a la edad adulta y entre ellos tres fueron varones.

Los dos primeros, Fernando (1784-1833), luego coronado como Fernando VII, y Carlos María Isidro (1788-1855), luego llamado, el Pretendiente y autoproclamado por él mismo como Carlos V.

Reinaba Fernando VII, igualmente Borbón y más inepto a nuestros efectos que su padre, que se casó cuatro veces. La primera, en 1802, con una prima suya, que murió tras dos abortos, con 21 años. La segunda, en 1816, con la hija de su hermana mayor, que murió tras un aborto y durante el segundo parto, con 21 años, sin descendencia. La tercera, en 1819, también con una prima, murió de fiebres, con 25 años, sin descendencia.

Y estaba su hermano segundo, Carlos María Isidro, el Pretendiente, que se había mantenido a la espera viendo como su hermano mayor no conseguía descendencia, mientras que él, que también se había casado con una sobrina, había tenido tres hijos. Y tras enviudar, había vuelto a casar con una hermana de la fallecida, también sobrina obviamente. Y sus posibilidades como sucesor subían enteros dada la incapacidad del primogénito y su mala salud.

Hay que decir que ninguno de los dos había hecho mérito alguno para gobernar nada y menos un país.

Pero en 1830, Fernando VII deroga la ley que impedía reinar a las mujeres y cinco meses después es padre de una niña, Isabel, fruto de su cuarto matrimonio, contraído en 1829, con la hija de su hermana menor, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.

En este caso, contaba la desposada con 23 años y reinó como consorte hasta la muerte del monarca en 1833, en que quedó como regente de su hija Isabel II, cuya legitimidad como reina no admitía el hermano de Fernando, Carlos María Isidro.

Por lo que el infante Carlos ya no era el heredero y veía frustradas todas sus expectativas.

Parece que el Pretendiente aceptó en principio la situación, pero no se sabe si por decisión propia o alentado por gentes de su entorno o simplemente, contrarios a que reinase una mujer o a la decisión de Fernando VII, se echó atrás en 1833 y se negó a acatar lo dispuesto por su hermano el rey. Y para no tener que hacer frente a sus responsabilidades, se refugió en Portugal.

Los acontecimientos se precipitaron y en septiembre de 1833 falleció Fernando VII, quedando como regente su esposa María Cristina. 

Y el infante Carlos, manifestó su postura autoproclamándose rey con el nombre de Carlos V.

Y a una reacción torpe le sucedieron varias reacciones torpes y entre Borbones, regentes, generales y otros personajes con mucho ego ya habían montado el episodio histórico más trágico para la historia de este valle.

Y hago el relato capicúa, repitiendo lo dicho al comienzo:

En diciembre de 1833 tras el choque de Nazar y Asarta, Zumalacárregui, decidió establecer su refugio y cuartel general en las Améscoas.

En junio de 1834, el general Rodil entró en Portugal para intentar capturar al Pretendiente, pero este huyó por mar en un barco de guerra inglés. Llegó a Inglaterra y pasó acto seguido a Francia y en julio ya estaba en Navarra.  

El 16 y el 17 de julio durmió en Eulate el Pretendiente. El 30 de julio estaba Rodil en Zudaire con 8000 hombres. Se iba a producir la primera batalla de Artaza.

Y a partir de ahí, de nuevo volvió a desatarse sobre el valle todo lo malo que puede traer y trajo una guerra:


Las miserias de la guerra
Ilustración elaborada con ayuda de Gemini

    .- La guerra en sí y las acciones armadas

    .- Las represalias: el saqueo y el pillaje

    .- El mantenimiento de las tropas, de uno y otro bando

    .- Las epidemias: el cólera y el tifus

   .- La servidumbre de la milicia: las fábricas de armamento y los hospitales de campaña.

 

    Y unas anécdotas, para quitar hierro al drama y para confirmar que el talante Borbón es el mismo en cualquier época. 

    La regente, María Cristina, tras enviudar de Fernando VII se declaró al sargento de la guardia de corps de 25 años, Fernando Muñoz, el 18 de diciembre de 1833 en la Granja de San Ildefonso y contrajeron matrimonio en secreto ese mismo mes. Él era viudo y ya tenía dos hijas, y con la Regente tuvo cinco hijos y tres hijas, todos ellos obsequiados con títulos de nobleza expres.

   El matrimonio hizo fortuna y negocios de todo tipo, incluidos los relacionados con la esclavitud. Eso sí, por razones de discreción, vivieron y murieron en Francia, lejos de la corte.

   La función de la Regente durante el conflicto armado inspiró una tonadilla entre los carlistas que la cantaban a modo de burla y decía: “María Cristina me quiere gobernar...". La copla aguantó el paso del tiempo y con ritmo de mambo se interpretaba a mediados del siglo XX.

Y, por otro lado, su nombre está en la etimología de guiri, vocablo actual utilizado para nombrar a los turistas. Procede  del giristino/giristinoak como se llamaba en euskera a los soldados cristinos.  Más tarde se les llamó isabelinos.  


Se hizo la luz sobre la prehistoria amescoana.1921

 Se hizo la luz sobre la prehistoria amescoana.1921

Imagen de J.M.Barandiaran y de fondo la entrada de la cámara
sepulcral del dolmen de Arteko Saro.



Entre junio y julio de 1921, J.M.Barandiaran, sacerdote y profesor ya en el seminario de Vitoria, convertido en experto prehistoriador con solo 31 años y habiendo formado equipo con T.Aranzadi y E.Eguren, pone los cimientos de lo que va a ser la Prehistoria de Urbasa y Améscoa.

Descubren, exploran, excavan, interpretan, analizan elementos constructivos, ajuares, dientes y huesos y exponen sus conclusiones en un informe modélico para nuestra cultura. 


Mapa de situación de los dólmenes descubiertos y explorados en 1921.
Realizado por Javier Echeverría.



Hace 35 años. Visita realizada en Ataun el 2 de julio de 1990.
De derecha a izquierda J.M.Barandiaran, L.Lapuente y B.García de Albizu

Por considerarlo de gran interés , solicité a la Fundación Barandiaran / Barandiaran Fundazioa, que nos autorizase a reproducir el informe en el tomo II de “Conociendo el pasado amescoano” y así lo hizo por lo que le quedamos agradecidos. 

Como esta entrada no tiene sino el carácter de efeméride, no prolongo su contenido y me limito a recomendar, a quien quiera saber más la lectura del informe citado. 


Para leer el informe:

ARANZADI, Telesforo; BARANDIARAN, Jose Miguel; EGUREN, Enrique (2010): «Exploración de seis dólmenes de la Sierra de Urbasa (Navarra)», en Conociendo el pasado amescoano, II, Iruña-Pamplona: Lamiñarra, pp. 13-56.













El Hipólito, el palacio de Eulate sin historia. Siglo XVI.

    El Hipólito, el palacio de Eulate sin historia. Siglo XVI. 

                    El Hipólito, el Palacio Viejo de los Eulate.        
Foto de archivo propio de 1984

"En las proximidades del palacio se yergue una torre cúbica de sillarejo, también en ruinas, a la que se conoce como la Fortificación” y que debía constituir junto con el palacio un recinto defensivo. En su muro frontal se abre una ventana de doble arco rebajado, discurriendo sobre ella una línea de matacanes; encima de esta y algo ladeada, se abre otra de medio punto con marcadas dovelas. La puerta, formada por un gran portalón de medio punto y fuerte dovelaje de sillar, se sitúa en el piso inferior del muro lateral, apareciendo sobre la clave de duevo las armas de los Álvarez de Eulate, dos lobos pasantes con roel central y orla de aspas. A través de los elementos que se han conservado de esta torre cabe considerarla como del siglo XVI.

Así lo describe el Catálogo Monumental de Navarra. II*, Merindad de Estella, Abaigar- Eulate / por María Concepción García Gainza, directora, María Carmen Heredia Moreno. 1982. pp. 616/617. 

 La información que yo he obtenido al respecto es que el edificio es conocido unánimemente en Eulate como “el Hipólito”, sin que nadie me haya sabido dar motivo alguno al respecto. 

Rascando la historia de los Álvarez de Eulate, parece haber un posible motivo. En 1651 nació en el Palacio de Eulate el último  allí venido al mundo con el apellido Álvarez de Eulate, Jerónimo Álvarez de Eulate y Ruiz de Luzuriaga. En 1672 casó con Josefa Díaz de Santa Cruz y Zumalburu en Salvatierra y allí fijó su residencia. Uno de sus hijos, el segundo varón, nació en agosto de 1678, y fue bautizado con el nombre de Hipólito, santo cuya fiesta se celebra el 13 de ese mes. 

Hipólito Álvarez de Eulate y Díaz de Santa Cruz era nacido y vecino de Salvatierra, donde había contraído matrimonio con Felipa Prudencia Ochoa de Chinchetru e Ibáñez de Axpuru. Y allí habitaban ambos.

Hasta ahí llego en mis averiguaciones y no puedo afirmar que heredase los palacios de Eulate, porque su padre era el cuarto hijo varón y no es mi objetivo hacer indagaciones genealógicas o patrimoniales, sino buscar alguna pista sobre  el origen del nombre. El caso es que ya tenemos un Hipólito Álvarez de Eulate. Y algo más.

Prosigo con un hecho concreto relacionado con este personaje. El caso es que el tal Hipólito iba de viaje con sus criados desde Eulate y debía pasar por el puerto de Olazagutia, el 15 de enero de 1716, y fue con ellos para enseñarles el camino “con un mal tiempo”, Juan Pérez de Eulate, vecino de Eulate. Y “a la buelta anzia a casa dio cuenta a Dios”. O sea que arreció el mal tiempo y nieve, viento y frío y pudieron con él. Y “fue hallado muerto en el paraje llamado Ebisoa” el 18 de enero.

Retorno de Juan Pérez de Eulate hacia su casa, en el que fallece. Ilustración realizada con ayuda de Alicia Irigoyen y de Gemini. 

Y con relación al edificio, sin rascar mucho tampoco, me encuentro con un “Apeo de vecindario y fogares” de Eulate de 1726. Y se incluyen en él tres propiedades de don Juan de Eulate (no está claro de qué Juan se trataba): Un Palacio viejo, un Palacio nuevo y una Casa o Torre (cerrada y considerada habitable, aunque no está habitada). 

    Interpreto que el Palacio Viejo de los Eulate es el que en la actualidad es conocido como "el Hipólito", con las armas de los Eulate sobre el portalón central que da cara al Este, a la salida del sol. No pienso que fue una “torre cúbica” sin más. Creo que fue el primitivo palacio de los Eulate. Tengo pendientes de conocer algunos datos que creo me harían reafirmarme en esa hipótesis.

En el momento del Apeo, el edificio está habitado y vive en él Juan Ruiz de Galarreta menor con su familia. En el Palacio Nuevo habita "Don Mathias Saez de Jauregui, Presbítero Capellán de Eulate", natural de Aranarache. Hay otros curas en Eulate en ese año, pero son nacidos en el pueblo y viven en su casa. Lo de permitirle al citado residir en el Palacio, parece ser una concesión de los Álvarez de Eulate. En 1731 coinciden como testigos en la boda de un Sáez de Jáuregui en Eulate, "Don Mathias y Don Ypolito", según los libros parroquiales.

Por otro lado, hay que decir que el Hipólito siempre ha suscitado la atención de propios y extraños. Parecía el hermano descarriado del Palacio, pero tenía un peculiar atractivo y por ello, era pintado o fotografiado.

Hipólito. Fachada principal. Agosto 1965

Hipólito. Fachada principal. Abril 1968
Fotos de Nicolás Ardanaz (1910-1982)
Cedidas por MUSEO DE NAVARRA - NAFARROAKO MUSEOA

                                GOBIERNO DE NAVARRA - NAFARROAKO GOBERNUA


       El Hipólito, fachada Sur. Obras de Alfonso Abella (1925-2003), con autorización de su familia. 

Mi aportación es mostrarlo ahora, que luce más guapo y especiarlo con algo del pasado que no es sino el pasado de su pueblo y el pasado de sus gentes. 

A la izquierda, fachada trasera (sin huecos) y fachada sur con una ventana de doble arco y otra mayor, más alta. A la derecha, fachada principal orientada al Este. 
Fotos cedidas por Pili Ruiz de Larramendi

Detalle de la que fue portada principal del Hipólito 
con el escudo de los Eulate.
Foto cedida por Pili Ruiz de Larramendi.