Gran epidemia de ratones en Améscoa, 1768
La
primavera de 1768 se presentó en Améscoa con una plaga de ratones, ya en
activo, que causó preocupación por el grano almacenado y por el posible daño en
las venideras cosechas.
Don Joseph
Ignacio García de Eulate, Rector de la parroquial de Gollano, pasó aviso al
Abad de San Gregorio Ostiense, para que acudiese en ayuda y remedio de la “grande
epidemia”, como la nombra en sus apuntes.
Acudió
el Abad de San Gregorio, que además era Abad de Mirafuentes, con la Cabeza de
San Gregorio, y dice el Libro de Difuntos de Gollano que: ”le sobrevino un accidente luego que llegó a la iglesia
de este lugar con las reliquias de San Gregorio, que las traía en rogativa por
la gran epidemia de ratones”.
Y añade
después: “Y fue su muerte repentina, que no duró 26 horas, pero recibió los
Santos Sacramentos con todo conocimiento y dispuso fuese su cuerpo trasladado a
la dicha parroquial de Mirafuentes y que se le diese tierra en la sepultura del
Palacio de dicho lugar por ser de sus padres”.
El Abad
de San Gregorio y Mirafuentes había sido bautizado, en 1721, como José Antonio
Juan Ramón Romualdo de Acedo y Mirafuentes, hijo de Diego Francisco de Acedo y
Mirafuentes, Señor del Palacio de Mirafuentes y Ana María Ximénez de Tejada y Mirafuentes.
El
palacio estaba regido por su hermano Diego, a quien legó todos sus bienes.
El porqué de las plagas de ratones en Améscoa.
El
valle está situado al pie de un hayedo denso que se asoma hasta la misma
peñera.
El haya
es un árbol “vecero”, que da fruto cada 4,5,6,7 años, o más. No hay una periodicidad
regular ni previsible. Cuando da buena cosecha de hayuco, “pasto”, muchas
especies se benefician, grandes y pequeñas.
El ratón de campo, Apodemus sylvaticus, es una de ellas y quizá la más prolífica y es un gran consumidor de hayucos. El año que los hay la especie crece fuerte y todo va bien.
Pero, termina el invierno y las reservas y
no queda nada disponible y la necesidad obliga a seguir alimentándose. Y en la primavera llegaba el problema. Los ratones de campo dejaban atrás un buen año con
buenas camadas y buen comer y se buscaban la vida en casas, almacenes,
graneros, hórreos, y en las plantaciones, lo que hacía peligrar las cosechas.
De ahí que Améscoa, recurriera con cierta frecuencia a la Cabeza de San Gregorio. El mencionado, pudo ser uno de los factores.
AGRADECIMIENTOS:
A David Mariezkurrena por sus fotografías de Mirafuentes y sus datos de los Libros Parroquiales de Bautizados y Difuntos.
A Javier Echeverría por su foto de un ratón de campo junto a restos de hayucos.
DIPUTACION FORAL Y PROVINCIAL DE NAVARRA
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