La campana mayor de San Martín de Améscoa, 1959

La campana mayor de San Martín de Améscoa, 1959

Campana mayor de la iglesia de San Martín de Améscoa Baja 
(Fotografía de Gaizka Eraña) 

    En 1958, el día de la Ascensión, según recuerdo de Marce Bados, la campana mayor de la iglesia local de San Martín de Améscoa Baja, también bajo la advocación de San Martín de Tours, dejaba de existir como tal. El daño era tal, que no había otra solución que refundirla y para ello se llevó a Pamplona. 
    Las campanas, obviamente las de las iglesias ya que en los pueblos no había otras, cumplieron durante siglos una función insustituible en las pequeñas localidades rurales. Con frecuencia, lo de menos era marcar las horas, porque en trabajos al aire libre y cielos despejados todos se guiaban por el sol. Los toques de campana han anunciado: invasiones, bandidaje, incendios, agonías, fallecimientos, nacimientos, bodas, procesiones, rosarios, oración, misa, nublados, festividades, etc. Y han sido volteadas para guiar a personas perdidas por niebla o nieve, o para ahuyentar a los nublados y las tormentas.
    El proceso de "reencarnación" de la campana vieja debió discurrir felizmente y de los apuntes que me dejó mi maestro y amigo don Luciano Lapuente y de algunas informaciones más que me han facilitado, aderezo esta noticia. 



Miradas y reflexiones 06, La fórmula más segura para ir hacia adelante es empezar ya



Calzada en los Rasos de Bardoitza junto a la fuente de Iratxe (Urbasa)

La fórmula más segura para ir hacia adelante es empezar ya.

               Mark Twain (1835-1910)




 

De amescoanos y de árboles

De amescoanos y de árboles (I)



Yo creo que, en la Prehistoria, el árbol empieza a ganarse el verdadero respeto de los hombres cuando estos abandonan el nomadeo y adquieren asentamientos estables.

Es cuando los ven como vecinos y no como presas de caza. Y es cuando entienden bien la función de los árboles en la supervivencia humana: Alimentos, armas, herramientas, combustibles, materiales de construcción, por no citar sino lo más evidente, resultaban disponibles y renovados de forma periódica, previsible segura, además de no requerir de cuidados o labores complementarias.

Sería irreal pensar que la relación árbol-persona ha sido un modelo de armonía en nuestro valle, ni siquiera en los primeros tiempos y que sólo en épocas próximas ha resultado difícil mantener un adecuado equilibrio. No hay tal. La deforestación de la tierra se inició ya hace miles de años. Y tenemos noticias de problemas al respecto desde que existe documentación en nuestros archivos. Y sabemos de abusos cometidos, propios y ajenos, y de medidas adoptadas, propias y ajenas. Y algo podemos contar.

Pero esa intrahistoria es la nuestra y esa convivencia entre árboles y humanos que arranca en la Prehistoria sigue presente hoy.


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La Pared de Limitaciones de Améscoa (I)

La Pared de Limitaciones (I) 

  Habría que empezar por aclarar, en especial para el foráneo, pero no solo, qué sentido y qué utilidad tiene esta “pared”. Y para ello es necesario explicar su origen.

Marca actualmente la divisoria entre lo que es monte común de todos los navarros, Urbasa, y lo que es monte común o monte Limitaciones de las Améscoas, propiedad, uso y goce privativo de los amescoanos. Uno y otro, calificados como Parque Natural de Urbasa y Andia.

 Hay que reconocerle a la Pared un aspecto vetusto, quizá por los materiales empleados y por la técnica tan básica y tan rústica con que fue construida. No es de extrañar pues que se le atribuya en ocasiones mucha más antigüedad de la que tiene. No es centenaria todavía, pero tiene su origen en un amojonamiento realizado hace más de 600 años.

Sea como fuere, forma parte de la historia y de la cultura de este valle, Améscoa, y es preciso recordarlo para que no caiga en el olvido.


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El alcalde de Urbasa se pasa. Baríndano, 1799

El alcalde de Urbasa se pasa. Baríndano, 1799
Iglesia de Baríndano con Larregoiko al fondo. Pintura de Kai Woo.

    Los Remírez de Baquedano de San Martín de Améscoa habían conseguido varias victorias importantes en sus pleitos con sus vecinos amescoanos. El marquesado de Andia de 1695, la construcción del palacio y cárcel en Urbasa, la jurisdicción civil y criminal en los Montes Reales de Andia y Urbasa y, en algunos momentos, parte de los diezmos de esos territorios. 

    Además de sus propiedades, las cotas de poder obtenidas les permitían regir parte de la vida local. Y aunque no residían en el valle, sí se servían de sus administradores para hacerlo.

    En ocasiones, esas prerrogativas obtenidas pretendieron usarse para aplicar correctivos a las autoridades locales, pero afortunadamente, chocaron y descarrilaron. Este es un pequeño, pero claro ejemplo en que un administrador del Palacio, en su cargo de alcalde de Urbasa intenta utilizar como "recadista" al alcalde de Améscoa Baja y la Justicia y el Derecho no se lo permiten.


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Señas de identidad 004: Paleolítico Inferior: Primeros humanos y primeras herramientas

 Paleolítico Inferior. Los primeros humanos y las primeras herramientas

         Riñón de sílex de Urbasa sin descortezar    Bifaz de Aranzaduia


En 1968, Emilio Redondo Martínez de Guereñu hallaba varias piezas de sílex y entre ellas, una de grandes dimensiones y con claras muestras de haber sido tallada. El hallazgo se producía en el paraje de Aranzaduia, en la parte occidental del Monte Limitaciones de las Améscoas, al sur de la Sierra de Urbasa.

Mostrada la pieza a Enrique Vallespí, Arqueólogo y Profesor de la Universidad de Navarra, fue identificada como un bifaz de sílex de talla Achelense datado en el Paleolítico Inferior o Medio.

Esta antigüedad de la presencia humana en Urbasa no era conocida y el hallazgo supuso un cambio sustancial en las exploraciones arqueológicas de la zona. Todo ello ha dado pie a numerosas excavaciones y hallazgos de  testimonios de instrumentos y técnicas de diversas culturas del Paleolítico, del Neolítico y Edades de los Metales. Y a la publicación de sus resultados. 

El bifaz puede verse actualmente en el Museo de Navarra. Es una talla de sílex con longitud de 140 mm, anchura de 75 mm y un espesor máximo de 44mm.

Se denomina bifaz, por estar tallado en ambas caras, a un útil de forma triangular o almendrada, que se empuñaba por la parte ancha, de forma semicircular o ligeramente redondeada, y servía, preferentemente para percutir, perforar, rasgar y cortar.  


Maite Ruiz de Larramendi llega al rebote a los cincuenta

Maite Ruiz de Larramendi 

llega al rebote a los cincuenta 

     Mural dedicado a Maite por su actividad en la pelota, pintado en el rebote del frontón de Eulate

 

Nos conocemos desde hace mucho y muy bien. Casi medio siglo. Y sabemos muy bien en qué batallas nos hemos empeñado una y otro.

Y como cuento con su amistad, aunque le lleve treinta años, he debido contar sus méritos, sus proyectos y sus metas en varias ocasiones.

Empecé a hacerlo en el siglo pasado, en 1999, hace 25 años. El 3 de julio, sábado, Día de Améscoa/Ameskoako Eguna, en homenaje tributado a Maite en Zudaire. 

             

Volví a repasar los datos para el 30 de mayo de 2005, en homenaje rendido en Eulate.
 

Más tarde, en 2011, me decidí a escribir, de un lado, su biografía personal y deportiva, y de otro, a desvelar, su verdadero objetivo. 

Realmente ella nunca lo ha ocultado. Como no ha ocultado nunca que sus éxitos deportivos no daban respuesta a las metas que se planteaba, porque lo suyo no era llenarse el ego. Tampoco era su meta que la mujer accediera a la pelota de cualquier manera. Debía de ser de una manera digna, aunque tuviera menos de espectáculo y más de competición deportiva seria. Y debía incluir el profesionalismo.  

Tanto en el sentido de que la pelota alcance la calificación olímpica como en el del acceso de la mujer a su práctica, aspectos ambos muy vinculados entre sí, sus ideas siguen estando vigentes porque la situación ha variado muy poco en lo fundamental.

Y por eso, y por dar pasos adelante en la incorporación de pleno derecho de la mujer a la pelota, fundó y puso en marcha, con Iera Agirre, Ados Pilota. Pero, como todo no cabe, eso lo cuento otro día. 

 

GARCÍA DE ALBIZU, Balbino (2011), «Maite Ruiz de Larramendi. El trabajo y el coraje», en Conociendo el pasado amescoano, III, Pamplona, Lamiñarra. pp. 329-358.

 


Entre todos se cargaron las "Mecetas" de 1832

 Entre todos se cargaron 

las "Mecetas" de 1832

Digamos primero que "mecetas" era el nombre que se daba en Navarra a las fiestas patronales, al menos desde el siglo XVI. Y así las nombra el manuscrito amescoano de 1832 del que extraigo este hecho.  

Pues bien, en 1832, bien sea porque los jóvenes se extralimitaron en sus alborotos de celebración o porque los mayores estaban especialmente sensibles por la situación económica e histórica que les tocaba vivir, o porque se dieron ambas circunstancias, saltó la chispa y se encendió el conflicto. 

Y los alcaldes y regidores, decidieron obligar a los jóvenes a vivir las fiestas con otro talante más moderado. Y para conseguirlo, cambiaron el patrón, la fecha de celebración y el modo de festejarlo. También establecieron multas para los que infrinjieran esas reglas. Y para todo ello, solicitaron y obtuvieron el respaldo de la Real Corte. 

Las medidas se me antojan especialmente severas y dictatoriales, aunque es difícil opinar sobre hechos de los que solo conocemos una versión y estamos alejados ya casi 200 años. 

Pero forma parte de nuestra microhistoria y yo lo cuento.


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Cuando sabíamos muy poco de nuestro pasado.1.920

Simón Negro, 1920.
Pionero en escribir y publicar sobre Améscoaeuroateirra

Primera publicación sobre Améscoa, 1920

En 1920, Simón Negro Juanvelz, así escribía él su nombre y apellidos, aportaba lo que quizá era la primera publicación en que una parte significativa de las páginas se exponían aspectos históricos y culturales de “Amescua” y Urbasa.

Había nacido en Zudaire en 1886 y era sacerdote claretiano. Su objetivo era la creación de una cofradía bajo la advocación del Beato Esteban de Zudaire, cuya biografía reconstruyó. Y, como prólogo, reunió una pequeña serie de informaciones, de interés, aunque inconexas, pero nunca antes agrupadas y menos publicadas, sobre este valle.

Aquel cuadernillo, que recordarán los vecinos veteranos de Zudaire, con sus luces y sus sombras, y con un sesgo carlista a todas luces fuera de lugar, era novedoso. Y revelaba lo que un trabajo bastante exhaustivo, con tiempo de dedicación, orden y buen criterio, podía dar de sí para conocer nuestro pasado desde dentro.

Han pasado más de cien años y es bueno recordar aquel intento.

Lo cuento.

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